Dam Chanty: valiente organizadora de pueblos indígenas de la provincia de Ratanakiri (Camboya)
Chanty tiene 53 años; seis hijos y tres nietos, domina las 7 lenguas habladas en la provincia de Ratanakiri: Tampuen, Jarai, Brao (incluido Kavet y Kreung), Kachok, así como el Jemer, el Lao y el Vietnamita. Después de la caída de los Jemeres Rojos en 1979, Chanty subió los escalones del Partido del Pueblo Camboyano para hacerse el responsable de la Asociación de las Mujeres de la provincia de Ratanakiri.
En 1996, Chanty comenzó a trabajar para diferentes ONGs, y después desempeñó un papel decisivo en la creación de dos redes indígenas activas en el nordeste de Camboya – la asociación Highlanders y la Red de Protección del río Sesan. Esta última fue creada para hacer oír la voz de los 20.000 vecinos del río Sesan afectados por la construcción de una presa río arriba, en Vietnam (el pueblo natal de Chanty está situado a orillas del río Sesan). Desde el 2001, Chanty es la coordinadora de la HASO (Highlanders Association Support Organisation), que facilitó la creación de una red indígena, la cual trabaja actualmente en 91 pueblos y acompaña la participación de la población indígena en los debates sobre los derechos a la tierra, la identidad cultural y el acceso a la educación, a la justicia y a la salud. Chanty es también miembro de un grupo de trabajo gubernamental sobre los impuestos territoriales indígenas y representó su pueblo en diferentes encuentros y conferencias nacionales e internacionales. Desde hace años, trabaja sin tregua con un salario bajo.
En un entorno de desarrollo económico incontrolado y en una provincia alejada que hasta hace poco tiempo quedada aislada, su trabajo era difícil y arriesgado. En 2005 por ejemplo, Chanty y la asociación Highlanders desempeñaron un papel fundamental en la decisión de un pueblo de no venderle sus tierras a un hombre poderoso. Como consecuencia, Chanty fue victima de un intento de asesinato en el cual un policía local así como el hombre contratado para matarla murieron. Recientemente ha tenido que defender su casa de las tentativas de algunos poderosos políticos locales que querían vender el terreno donde esta construida.
El trabajo de Chanty esta por completo al servicio de la construcción de una organización fuerte e independiente, capaz de defender los intereses de las comunidades indígenas Ratanakiri. Los progresos son alentadores: comunidades más fuertes y más confiadas en sus capacidades de lucha, con mejores conocimientos de las leyes y de sus derechos. Pero todavía falta mucho hacer, y Chanty y la HASO continúan siendo unos sostenes vitales para los pueblos indígenas, asumiendo una cantidad impresionante de desafíos.