Los guardianes de la tierra (Kanan Lu’um Moo) de Chapab de las Flores (Yucatán, México) se enfrentan al ‘desarrollo’ contaminante tomando control de su territorio, promoviendo medios de vida alternativos, y protegiendo sus saberes, costumbres, semillas y modos de vida maya.
Chapab de las Flores es una comunidad indígena maya ubicada al centro-poniente de la Península de Yucatán (Mexico), una región con nutrida biodiversidad, abundante vegetación forestal y recursos hídricos, gracias a los cenotes— fosas naturales resultantes del colapso del lecho de roca caliza que expone agua subterránea. La comunidad mantiene muchas costumbres heredadas de generación en generación, preservando una conexión estrecha con la naturaleza y la tierra como elemento primordial de la vida. Las personas se dedican a diversas actividades, algunas aún conservan prácticas tradicionales de milpa y la siembra de diversos cultivos. Debido a su cercanía con Ticul, una comunidad mucha más grande, un importante número de personas en Chapab se trasladan todos los días a esa comunidad para trabajar. Asimismo, la migración a los Estados Unidos es histórica, debido a la falta de oportunidades y al olvido del estado mexicano.
Desde hace varios años en la comunidad se ha instado una mega-granja de cerdos, en la cual se mantienen en media 48,000 cerdos. La instalación de la granja fue con el aval de todas las autoridades ambientales de Yucatán, pero sin la realización de una consulta local previa y sin informar sobre los impactos socioambientales que la actividad puede generar a la comunidad. Los habitantes de Chapab han presenciado en la comunidad el vertimiento de agua con excremento de cerdo a sus montes, lo que ha generado la contaminación del agua, la muerte de vegetación conservada por la comunidad, así como el aumento de malos olores y vectores de enfermedades como las moscas y mosquitos. A pesar de la contaminación, la granja justifica su permanencia por ser una fuente de empleos, ya que la comunidad se caracteriza por una histórica pobreza ante el abandono del campo por los gobiernos y la larga migración. La empresa porcina ha contratado a un importante número de habitantes de Chapab como parte de su estrategia para fragmentar a la comunidad y evitar oposiciones.
Sin embargo, una parte de la comunidad se ha organizado en un colectivo llamado “Kanan Lu´um Moo” (Guardianes de la tierra), para defenderse de la contaminación y generar alternativas que contrarresten el discurso que mantiene la imposición de la granja. El colectivo integra a personas y grupos de ejidatarios y ha pasado por diversas dificultades para hacer frente a la contaminación, la corrupción de las autoridades locales y las acciones de la granja para romper la solidaridad comunitaria. A lo largo de la lucha ha sido particularmente complicado lograr el involucramiento de personas jóvenes, ya que la granja porcícola ha cooptado a grupos de jóvenes como equipos de futbol y softbol, y contrata a personas jóvenes, presionándolas para sabotear las actividades del colectivo.
Desde 2019, el colectivo ha establecido una lucha legal con acciones jurídicas contra la contaminación. Mas allá de esto, su idea es de reapropiarse de su territorio, a través de cuidado y administración por personas de la comunidad misma. La visión es también que en futuro se pueda actuar un espacio de turismo comunitario como alternativa económica para las familias, demostrando que existen otras opciones laborales– lejos de la contaminación diaria y de la economía capitalista– que permiten de vivir dignamente y proteger el territorio. Para esto, en septiembre 2021 las personas integrantes del colectivo y otros pobladores interesados comenzaron la habilitación de un antiguo camino que conecta el casco de una ex hacienda de nombre “Kanan Lu´um”, cuatro cenotes (de nombre: Yaxha y Cutzi) y una laguna de nombre Polol. Todos se encuentras en terrenos que están bajo un régimen de propiedad colectiva en Chapab.
En paralelo, la comunidad cuenta con una “Unidad Agrícola Industrial de la Mujer” (UAIM) que consiste en una porción de tierra cuyo uso es exclusivo para actividades productivas que las mujeres de la comunidad decidan realizar. La UAIM de Chapab se fundó hace quince años y fu inicialmente mal manejada. Actualmente, el territorio de la UAIM esta reapropiado por nuevas personas de la comunidad, cercanas al colectivo Kanan Lu´um Moo, que quieren transmitir a las mujeres más jóvenes su conocimiento ancestral sobre la siembra que aún existe. Como parte de esta reapropiación, las mujeres renombraron a la UAIM como “la nueva esperanza”. En este espacio, además de la siembra, se realizará un intercambio de saberes entre mujeres adultas mayores y jóvenes de la comunidad, pues las primeras aún conservan conocimientos ancestrales que desean compartir con las más jóvenes.
La iniciativa planteada por la comunidad y financiada por la Fundacion Feyerabend se centra en acciones de reapropiación y defensa colectiva del territorio a través de reuniones, discusiones, mapeo del territorio y trabajo comunitario. La iniciativa comprende: 1. acciones jurídicas hasta la defensa de los derechos de los habitantes de Chapab frente a la contaminación; 2. la apertura de un espacio de conservación comunitaria y de desarrollo de actividades alternativas como el cicloturismo; 3. la siembra y producción de semillas ancestrales en el espacio de producción colectiva de las mujeres de Chapab.
Para el punto 1. se emprenderán acciones de defensa ante tribunales y otras autoridades, debido a las omisiones que han llevado a la contaminación del medio ambiente de la comunidad. Estas iniciativas están en curso y van a ser continuadas. Sobre el punto 2) la comunidad ha destinado una porción importante de tierra para la conservación y el desarrollo de un proyecto de turismo comunitario y ciclismo de montaña. La iniciativa busca generar ingresos propios a la comunidad, interviniendo lo menos posible en el territorio y generando condiciones suficientes para el aprovechamiento de la zona de forma segura. Finalmente, el punto 3) busca la reapropiación del territorio a través de la siembra de cultivos en un terreno de 2 hectáreas denominado ‘la nueva esperanza’. En este espacio, además de la siembra, se realizará un intercambio de saberes entre mujeres adultas mayores y jóvenes de la comunidad, pues las primeras aún conservan conocimientos ancestrales sobre a la siembra que desean compartir con las más jóvenes.
Todas las componentes de la iniciativa son una respuesta desde lo local para enfrentar al extractivismo que se ha impuesto en la comunidad. La respuesta pone en el centro las necesidades de la comunidad, la solidaridad activa entre sus habitantes, y la generación de condiciones de autonomía y autosuficiencia local. Las tres líneas de acción de la iniciativa se refuerzan mutuamente buscando una vida digna, la protección del territorio y la revitalización de los saberes, costumbres, semillas y modos de vida maya.