Un proceso de ‘solidaridad permanente’ protege el conocimiento ancestral indígena y las semillas nativas en Ajuluco de Tenancingo, Buena Vista y Animas de Santa Cruz Michapa (El Salvador)
CESTA es una organización ambientalista que se fundó en agosto 1980 y ha contribuido a la defensa de ecosistemas y poblaciones en El Salvador. Lo ha hecho ayudando a las comunidades afectadas por conflictos medioambientales a cuidar sus aguas, bosques y territorios, a gestionar de forma sostenible sus residuos y a luchar contra las explotaciones mineras. En 2017, junto a otras organizaciones sociales y ambientales, el CESTA logró que la Asamblea Legislativa Salvadorena promulgara una ley donde se prohibe la explotación de minería metálica en el país– -un logro sin precedentes en el mundo.
Por más de una década CESTA ha promovido en El Salvador la agroecología como forma de vida sustentable en zonas rurales y urbanas para disponer de alimentos de calidad evitando el uso de agroquímicos, de hormonas artificiales y de transgénicos. A traves de compartir saberes y conocimientos ancestrales, el proteger semillas nativas ayuda a producir hortalizas no solo resistentes a insectos y enfermedades, si no que ademas representan la espiritualidad, cultura de los pueblos y territorios y son la base de la alimentación, la medicina, la conservación de los suelos y el agua y las artesanías. Con la agroecología se abordan y analizan tambien los contextos políticos y sociales históricos donde se encuentran las causas de los principales problemas sociales y ambientales del país. Y, con la agroecología, todos se motivan a desafíar y transformar las estructuras de poder de la sociedad, ponendo el control de las semillas, la biodiversidad, el agua, la tierra, los territorios, el conocimiento, la cultura y el bien común en manos de los pueblos que alimentan el mundo.
La iniciativa apoyada por la Fundacion Paul K. Feyerabend y Pro-Natura Suiza tiene como objetivo proteger las semillas criollas, los árboles nativos, el agua, los bosques, la tierra y el territorio, así como fortalecer la soberanía y seguridad alimentaria en 3 comunidades indígenas campesinas donde viven descendientes de la etnia indígena náhuat pipil: Ajuluco de Tenancingo, Buena Vista y Animas de Santa Cruz Michapa. Las comunidades se encuentran en el departamento de Cuscatlán, duramente golpeado por el conflicto armado que se desarrolló en El Salvador entre 1980 y 1992. El departamento escaracterizado por tener pérdida de semillas locales y biodiversidad, baja disponibilidad de agua, uso de semillas hibridas y agrotóxicos contaminantes de alto costo, y afectaciones por el cambio climático expresadas en sequías prolongadas y lluvias erráticas. A pesar de problemas como la crisis económica y la pandemia de Covid-19, las familias de las tres comunidades tienen interés en cultivar de forma agroecológica. Ellas creen que el utilizar las semillas nativas es un pilar fundamental de la producción, ya que su pronta recuperación y siembra son pasos concretos hacia el bienestar y la seguridad alimentaria de las comunidades.
Durante los dos años de la iniciativa, CESTA facilitara un proceso de ‘solidaridad permanente’ al interior de las tres comunidades y entre ellas, así como una relación armónica entre las poblaciones y la Madre Tierra. Como resultados concretos se espera el establecimiento de 4 centros de conservación de semillas y árboles forestales nativos que permitan la recuperación y protección de semillas nativas. Se espera también el desarrollo de procesos de intercambio de semillas nativas y árboles forestales al interior de cada comunidad y con comunidades vecinas, articulando esfuerzos de campesino(a) a campesino(a) y entre organizaciones de los territorios.
Tres de los centros de conservación de semillas y arboles forestales serán administrados por colectivos de guardianes/as de semillas en cada comunidad con el fin de garantizar la recuperación, acceso, selección, siembra, conservación, e intercambio de las especies, el cuarto centro será establecido en el eco-centro Animas, administrado por CESTA, que servirá de base para fortalecer los centros comunitarios y prestará servicios en forma permanente extendiendo sus beneficios a otras comunidades. Con el desarrollo de un programa de formación de los guardianes de semillas se fortalecerán los conocimientos en el manejo, la conservación, la reproducción y el mejoramiento de semillas nativas, siguiendo principios agroecológicos y saberes ancestrales de los pueblos originarios.
En cada comunidad se realizará un inventario de semillas y árboles en peligro de extinción, se desarrollarán jornadas de recolección de especies, se establecerá un vivero comunitario y se plantarán estas especies dentro de las comunidades. En el espacio de dos años se realizarán cuatro intercambios de semillas y saberes tradicionales— dos de ellos locales y dos a nivel nacional. Con estos intercambios se buscará contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional de los pobladores y mantener una relación de cooperación, solidaridad y sinergia al interior de las comunidades. Se buscará además mejorar la biodiversidad de la zona a fin de mantener una relación armónica entre las personas y la Madre Tierra. Finalmente, con el fortalecimiento del centro de conservación e investigación de semillas in situ y ex situ en Ecocentro Animas, se pondrá a disposición de más personas el acceso a semillas criollas y se podrá garantizar la disponibilidad de semillas a los centros de conservación de semillas comunitarios.