Cuatro comunidades de la República Centroafricana refuerzan su solidaridad y cohesión social consolidando sus vínculos con el territorio de vida que comparten y tratan de defenderse más eficazmente de las amenazas externas

Cuatro comunidades de la República Centroafricana refuerzan su solidaridad y cohesión social consolidando sus vínculos con el territorio de vida que comparten y tratan de defenderse más eficazmente de las amenazas externas

Esta iniciativa pretende reforzar la cohesión social y la solidaridad entre cuatro comunidades del noreste del Parque Nacional de Dzanga-Sangha, en la República Centroafricana. Las aldeas de Beya, Belémboké, Panzi y Sced están situadas en la prefectura de Sangha-M’baéré y en la comuna de Nola y Salo, en el suroeste de la República Centroafricana y al norte del Parque Nacional de Dzanga-Ndoki. Todos los pueblos están habitados por autóctonos baaka y por bogongo y gbanou. Las cuatro comunidades viven juntas desde hace mucho tiempo, compartiendo los mismos bosques y ríos de los que dependen para su subsistencia/autoabastecimiento y su salud. Esta estrecha interacción ha definido los valores culturales de las comunidades y ha dado forma a su organización social, generando sus ‘conocimientos tradicionales’ sobre el medio ambiente y una profunda comprensión del funcionamiento de los ecosistemas.

Sin embargo, la llegada y establecimiento de empresas madereras en la zona ha degradado rápidamente el bosque y atraído a muchos buscadores de empleo de toda la región. Esta situación, agravada por la llegada de empresas mineras, ha contribuido notablemente al empobrecimiento de la zona y a la creación de conflictos intercomunitarios, frenando las prácticas tradicionales y perturbando la solidaridad tradicional y la armonía social. Para esta iniciativa, la Fundación Feyerabend colabora con la asociación Ndima-Kali -que reúne a jóvenes indígenas baAka de la zona- para facilitar una iniciativa local que siga la metodología de autorrefuerzo propuesta por el Consorcio APAC.  Ndima-Kali ayudará a las comunidades de las cuatro aldeas a cartografiar y documentar su ‘territorio de vida compartido’, para que lo comprendan y aprecien mejor. Esto también fomentará su autoconciencia como ‘custodios’ del territorio y les fortalecerá frente a las crecientes agresiones externas.

Durante el primer año de la iniciativa, las cuatro comunidades seguirán procesos paralelos, pero también celebrarán al menos dos importantes reuniones conjuntas en las que los representantes de las cuatro comunidades compartirán los resultados de sus inventarios, elaborarán y aprobarán conjuntamente el mapa de su territorio de vida, consolidarán las líneas generales de las normas de uso de los distintos tipos de recursos naturales (por ejemplo, pesca, caza, raíces, madera, etc.) y acordarán un sistema común de vigilancia. Esto incluirá también un sistema acordado de gestión de conflictos entre las cuatro comunidades, que entrará en juego cuando sea necesario. La gestión de los conflictos intra e intercomunitarios mediante métodos tradicionales y solidarios reafirmados pretende facilitar el conocimiento, la valoración y la defensa del patrimonio cultural local.  En los cuatro pueblos se colocarán copias del mapa del territorio de vida, en el que se indicarán claramente las normas de uso que deben seguirse y el sistema de seguimiento y gestión de conflictos. Los mapas y reglas e compartirán también con los operadores forestales y mineros.

Con la cofinanciación solicitada a otros socios, la asociación Ndima-Kali también espera apoyar la autosuficiencia alimentaria de las cuatros comunidades mejorando su producción agrícola, dando prioridad a la caza no comercial y aumentando la recolección de productos forestales no madereros para uso comercial. También quiere conducir a las comunidades hacia una gestión más sostenible de la biodiversidad forestal y pesquera mediante métodos tradicionales mejor documentados y una menor explotación de los recursos gracias a una mejor aplicación de las reglas de uso.