Adiós a la Razón
Relato de una experiencia de la cual Paul dice que “tuve una influencia fantástica sobre mi”, reproducida en Adiós a la Razón con las palabras usadas para describirla en esa época :
« En el transcurso de los años 1964 y siguientes, entraron Mexicanos, Negros e Indios a la universidad en el nombre de las nuevas políticas de enseñanza. Vinieron a sentarse acá, semi-curiosos semi-altivos, o simplemente semi-confusos, esperando recibir una “educación”. ¡Que suerte para un profeta en búsqueda de discípulos! ¡Que suerte me decían mis amigos racionalistas de contribuir a la expansión de la razón y al mejoramiento de la especie humana! Mis sentimientos eran muy diferentes. Pues me pareció que los argumentos complicados y las lindas historias que yo contaba hasta entonces a mi publico mas o menos distinguido podrían no ser otra cosa que sueños, reflejos del desprecio de un pequeño grupo quienes, gracias a sus ideas, ha logrado reducir todos los demás en esclavitud. Quien creí que era para decir a esa gente lo que había que pensar y como? No conocía sus problemas, aunque supe que tenían mucho. No tenía ninguna familiaridad con sus intereses, sus sentimientos, sus miedos, sabiendo sin embargo que eran ávidos de aprender. Será que las refinaciones áridas que los filósofos han logrado acumular a través de las épocas, y que los liberales han amenizado de frases insípidas para hacerles tragar mejor, constituyen la cosa justa a ofrecer a gente a quienes uno ha robado las tierras, la cultura, la dignidad, y quienes ahora supuestamente tenían que absorber con paciencia, para después repetir, las ideas anémicas de las expresiones vocales de estos robotes humanos, demasiado humanos? Querían saber, querían aprender, querían entender el mundo extraño que les rodeaba – no merecían mejores platos? Sus ancestros habían desarrollado culturas que eran propias, idiomas con carácter, visiones armoniosas de los vínculos entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza cuyos restos constituyen una crítica viva de las tendencias hacia la separación, la análisis y al egocentrismo inherentes al pensamiento occidental…Estas son las ideas que me pasaban por la cabeza cuando estaba mirando a mi público, y me inspiraron de horror y de terror por la prestaciones que se supone que tenía que realizar. Pues esta prestación – ya me pareció bastante claro – era la de un carcelero muy refinado, muy sofisticado. Y carcelero, no hay caso ! No quería ser uno ! »
Adiós a la Razón (edición francesa), coll. Points Sciences, page 362.
Visión científica del mundo
¿Tiene la visión científica del mundo un estatus especial, comparada con otras visiones?
Dennis Dieks (1) esboza un marco que, dice, ha guiado la labor de un gran número de físicos. Él implica que los conflictos que aún quedan simplemente son un evento filosófico. Ya que a los filósofos les gustan los conflictos, se han dividido en diferentes campos. Existen los empiricistas, los positivistas, los racionalistas, los anarquistas, los realistas, los aprioristas, los pragmatistas, y todos tienen perspectivas diferentes sobre la naturaleza de la ciencia. Por otro lado, los científicos colaboran. La colaboración crea uniformidad y, con ella, una forma única de ver las cosas: tiene sentido preguntar sobre el estatus de la visión científica del mundo.
En contraste, yo quiero argumentar que los científicos son tan conflictivos como los filósofos. Pero mientras que los filósofos solamente hablan, los científicos actúan sobre sus convicciones; los científicos de diferentes áreas usan procedimientos diferentes y construyen sus teorías de diferentes maneras. Lo que es más, muchas veces tienen éxito: la visión del mundo que encontramos en la ciencia tiene sustancia empírica. Esto es un hecho, no una posición filosófica. Explicaré esto considerando las siguientes cuatro preguntas:
1. ¿Qué es visión científica del mundo y existe esta visión única del mundo?
2. Suponiendo que hay una sola visión científica del mundo, ¿para quién se supone que es especial?
3. ¿De qué tipo de estatus estamos hablando?¿Popularidad? ¿Ventajas prácticas? ¿Verdad?
4. ¿Qué otras visiones del mundo se están considerando?
¿Qué es visión científica del mundo y existe esta visión única del mundo?
Mi respuesta a la primera pregunta es que la gran divergencia de individuos, escuelas, periodos históricos y ciencias hace difícil identificar principios globales de métodos o de hechos.
En el dominio del método tenemos científicos como Luria que quieren amarrar la investigación a sucesos que permitan «inferencias sólidas», «predicciones que estén apoyadas fuertemente y rechazadas definitivamente por un paso experimental bien definido» (2)
Según Luria y Dellbrück, los experimentos (3) que demostraron que la resistencia de las bacterias a la invasión por fagos es un resultado de mutaciones independientes del ambiente y no de una adaptación al medio, tenían precisamente este carácter. Había una predicción simple; la predicción podía ser probada en una forma sencilla que daba un resultado decisivo y sin ambigüedades. (El resultado refutó el lamarckismo, que era popular entre bacteriólogos pero prácticamente extinto en cualquier otro lugar -un primer indicio de la complejidad de la ciencia).
Los científicos con las inclinaciones de Luria muestran «considerable falta de entusiasmo en los ‘grandes problemas’ del universo o de la Tierra primitiva o en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera» (4), tópicos que están «cargados de inferencias débiles» (5). De alguna forma continúan el enfoque aristotélico, que demanda contactos cercanos con la experiencia y objetos al seguimiento de una idea hasta el amargo final (6).
Sin embargo, este era precisamente el procedimiento adoptado por Einstein; por investigadores en mecánica celeste entre Newton y Poincaré (estabilidad del sistema planetario); por los proponentes del atomismo y, más tarde, de la teoría cinética; por Heisenberg en las primeras etapas de la mecánica de matrices (cuando parecía chocar con las huellas producidas en la cámara de Wilson) y por casi todos los cosmólogos. El primer artículo cosmológico de Einstein es un ejercicio puramente teórico que no presenta ni una sola constante astronómica. Por mucho tiempo, la cosmología tuvo poco eco entre los físicos. Hubble, el observador, era respetado, el resto tenía problemas:
«Las revistas aceptaban artículos de observadores, dándoles una revisión superficial mientras que nuestros artículos siempre tenían un proceso difícil, al punto de que uno se cansaba de explicar puntos matemáticos, físicos, hechos y lógica a mentes obtusas que constituían la clase de árbitros anónimos trabajando como búhos, en la oscuridad de la noche (7).
«¿No es extraño,» pregunta Einstein (8), «que normalmente los humanos son sordos a los argumentos más fuertes, mientras que siempre se inclinan a sobreestimar la precisión de medidas?» Pero es justamente esa «sobreestimación de la precisión de la medida» la que es la regla en epidemiología, demografía, genética, espectroscopía y otros temas. La variedad aumenta cuando nos movemos hacia la sociología o a la antropología cultural, donde se tiene que llegar a un compromiso entre los efectos del contacto personal, las necesidades inminentes de una región y la idea de la objetividad. Robert Chambers, el inventor del método de la estimación rápida rural, escribe:
«Oír un seminario en la universidad en la mañana y, después, participar en una junta en una oficina gubernamental sobre extensión agrícola en la tarde, lo deja a uno con un sentimiento esquizoide. Uno puede no saber que se refirieron a los mismos agricultores de pequeña escala y puede dudar si cualquiera de las dos discusiones puede contribuir a la otra (9).»
Los métodos no están restringidos a áreas particulares. Los requerimientos de Luria parecen estar atados a la ciencia de laboratorio y, más especialmente, a la bacteriología; sin embargo, también aparecen en astrofísica y cosmología. Por ejemplo, fueron usados por Heber Curtis en 1921, en su «gran debate» con Harlow Shapley. (Curtis dudaba que las características estelares pudieran ser generalizadas tan fácilmente como lo suponía Shapley- y estaba en lo correcto, especialmente en el caso decisivo de las Cefeidas). Estos principios guiaron al gran astrofísico armenio Viktor Ambarzumjan y ahora están siendo usados por Halton Arp, Margaret Geller y sus colaboradores. En las clases de Prandtl leemos:
«El gran crecimiento en la habilidad técnica que empezó en el siglo diecinueve dejó muy atrás al conocimiento científico. Los problemas multitudinarios de la práctica no podían ser resueltos por la hidrodinámica de Euler; ni siquiera podían ser discutidos. Esto se debía principalmente a que, a partir de las ecuaciones de moción de Euler, la ciencia se había vuelto cada vez más un análisis académico del hipotético»fluido ideal» sin fricción. Este desarrollo teórico está asociado con los nombres de Helmholtz, Kelvin, Lamy y Rayleigh.
Los resultados analíticos obtenidos por medio de esta llamada «hidrodinámica clásica» virtualmente no concuerdan con los eventos prácticos… Por lo tanto los ingenieros… pusieron su confianza en una masa de datos empíricos conocida colectivamente como la «ciencia de la hidráulica» una rama del conocimiento que, a diferencia de la hidrodinámica, creció cada vez más y más (10).»
Según Prandtl, tenemos una colección desordenada de hechos por un lado y juegos de teorías que empiezan con suposiciones simples pero contrarias a los hechos, por el otro, y ninguna conexión entre los dos. Más recientemente, el enfoque axiomático en mecánica cuántica y, especialmente, la teoría de campo cuántico, fue comparada por observadores clínicos a los «shakers», una secta religiosa de Nueva Inglaterra quien construyó graneros sólidos y llevaba vidas célibes, un equivalente no científico de probar teoremas rigurosos y no calcular secciones transversales. (11)
A pesar de todo esto, en mecánica cuántica, esta actividad, aparentemente inútil, ha llevado a una codificación de los hechos más coherente y mucho más satisfactoria que la que se había logrado antes; mientras que en la hidrodinámica el «sentido común físico» resultó en ocasiones ser menos preciso que los resultados de pruebas rigurosas basadas en suposiciones tremendamente irreales. Un ejemplo son los primeros cálculos de Maxwell de la viscosidad de los gases. Para Maxwell, este era un ejercicio en mecánica teórica, una extensión de su trabajo sobre los anillos de Saturno. Ni él ni sus contemporáneos creyeron en el resultado -que la viscosidad se mantiene constante sobre un gran rango de densidad- y existía evidencia contraria. Sin embargo, mediciones más precisas volcaron el fracaso aparente en un éxito rotundo (12).
Mientras tanto, la situación ha cambiado a favor de la teoría. En los años sesenta y setenta, cuando aún se admiraba a la ciencia, la teoría ganó la mano en universidades donde rápidamente desplazó a las habilidades profesionales y en materias especiales como biología o química donde la investigación previa relacionada con la morfología y las substancias fue reemplazada con el estudio de las moléculas. En la cosmología, una creencia firme en el Gran Pum ** tendió a devaluar las observaciones que se oponían a él. C. Burbidge escribe:
«Este tipo de observaciones son retrasadas en la etapa de arbitraje tanto tiempo como sea posible con la esperanza de que el autor se rinda. Si esto no ocurre y se publican, la segunda línea de defensa es ignorarlas. Si dan lugar a comentarios, el mejor enfoque es argumentar simplemente que están desesperanzadamente equivocadas y entonces, si todo lo demás falla, un observador pude ser amenazado con la pérdida de tiempo de telescopio hasta que cambie su programa.» (13)
Estos y otros ejemplos similares muestran que la ciencia posee diferentes tendencias con filosofías de investigación diferentes. Una tendencia requiere que los científicos se apeguen estrictamente a los hechos, diseñen experimentos que establecen claramente una u otra de dos alternativas contradictorias y eviten especulaciones de gran alcance. Uno puede llamar a esta la tendencia Aristotélica. Otra tendencia estimula la especulación y esta dispuesta a aceptar teorías que están relacionadas a los hechos de forma indirecta y muy compleja. Llamemos a esta la tendencia platónica. La existencia de diferentes tendencias dentro de una empresa globalizadora no es sorprendente. Al contrario, sería extraño si grandes grupos de gente apasionada e imaginativa, que desprecian a la autoridad y hacen de la crítica una guía de la investigación, se suscribieran a un punto de vista único. Lo que es sorprendente es que casi todas las tendencias que se desarrollan dentro de las ciencias, incluyendo las aristotélicas y platónicas extremas, producen resultados, no sólo en su dominio especial, pero en todos lados; existen ramas muy teóricas de biología y partes muy empíricas de astrofísica. El mundo es una cosa compleja y multifacética.
Hasta el momento he estado hablando de procedimientos o métodos. Los métodos que se usan habitualmente, sin pensar sobre las razones tras de ellos, muchas veces están ligados a creencias metafísicas. Los aristotélicos suponen que los humanos están en armonía con el Universo; las observaciones y la verdad están relacionadas estrechamente. Para los platónicos los humanos están engañados de muchas formas. Se necesita del pensamiento abstracto para poder conectarse con la realidad. Agregar éxito empírico a estas y otras tendencias lleva al resultado de que la ciencia contiene muchas visiones del mundo y, a pesar de esto, empíricamente aceptables, cada una conteniendo su propio trasfondo metafísico. Johan Theodore Merz (14)describe la situación en el siglo diecinueve. Discute los siguientes puntos de vista. El punto de vista astronómico se basaba en los refinamientos matemáticos de las leyes de acción-a-distancia y fue extendido (por Coulomb, Neumann, Ampere y otros) a la electricidad y el magnetismo. La teoría de capilaridad de Laplace fue un gran éxito de este enfoque. (En el siglo dieciocho Benjamin Rush había utilizado esta perspectiva en la medicina creando así un sistema médico unificado pero mortal). El punto de vista atómico tuvo un papel importante en la investigación química (por ejemplo la esteroequímica), pero también encontró oposición entre los químicos tanto por razones empíricas como metodológicas. El punto de vista cinético y mecánico utilizó átomos en el área de eventos de calor y eléctricos. Para algunos científicos (pero de ninguna manera para todos) el atomismo era la base de todo. El punto de vista físico trato de encontrar la universalidad de forma diferente, en la base de nociones generales, tales como la noción de la energía. Podía conectarse con el punto de vista cinético, pero muchas veces no lo hacía. Físicos, fisiólogos y químicos como Mayer, Helmholtz, du Bois-Reymond y, en el área práctica, Liebig fueron representantes sobresalientes en la parte final del siglo diecinueve mientras que Ostwald, Mach y Duhem llegaron al siglo veinte. El punto de vista fenomenológico (que Merz no menciona) esta relacionado con el punto de vista físico, pero es menos general. Fue adoptado por científicos como Lamé quien describió que resultaba en una forma más directa de llegar a la teoría (elasticidad, en el caso de Lamé) que el uso de modelos atómicos. Al empezar su descripción del punto de vista morfológico Merz escribe:
«Los diferentes aspectos de la naturaleza que he revisado en los capítulos anteriores y las varias ciencias que han sido elaboradas con su ayuda, engloban lo que puede llamarse apropiadamente el estudio abstracto de eventos y objetos naturales. Aunque todos los métodos de razonamiento con los que nos hemos familiarizado hasta el momento se originaron principalmente a través de la observación y la reflexión sobre las cosas, tienen en común que -para el propósito de este examen- remueven sus objetos de la posición y medio que la naturaleza les asigno: que ellas los abstraen. Este proceso de abstracción es ya sea literalmente un proceso de remoción de un lugar a otro, del gran almacén y taller de la misma naturaleza al pequeño cuarto de trabajo, el laboratorio del experimentador; o, cuando no se puede hacer esa remoción, el proceso es llevado a cabo meramente en el horizonte de las contemplaciones; se anotan y describen una o dos propiedades especiales, mientras que el número de datos colaterales son, momentáneamente, despreciados. [Un tercer método, no desarrollado en esa época, es la creación de condiciones «anaturales» y, como consecuencia, la producción de eventos «anaturales»].
Hay, por otra parte, agregado a los aspectos de conveniencia, un incentivo muy fuerte para los trabajadores científicos de perseverar en el proceso de abstracción […] Esta es la utilidad práctica de estas investigaciones en las artes e industrias […] Las necesidades y creaciones de vida artificial han probado ser los mejores incentivos para el tratamiento artificial y abstracto de los objetos y procesos naturales para los cuales los laboratorios químicos y eléctricos con el cuarto de cálculo del matemático por un lado y por otro el taller y la fábrica, se han hecho tan famosos en el transcurso del siglo […]
Sin embargo, hay en la mente humana un interés opuesto que afortunadamente trabaja en oposición en gran medida al trabajo unilateral del espíritu de abstracción en la ciencia […] Este es un amor genuino a la naturaleza, la conciencia de que perdemos todo poder si, en gran medida, cortamos o debilitamos esta conexión que nos ata al mundo tal como es, a las cosas reales y naturales: encuentra su expresión en la antigua leyenda del gran gigante que derivaba toda su fuerza de su madre la tierra y que colapsaba si se separaba de ella […] En el estudio de los objetos naturales nos encontramos (por lo tanto) con una clase de estudiantes que se ven atraídos por las cosas como son […] [Sus] ciencias son las realmente descriptivas, en oposición a las abstractas (15).»
He transcrito una gran porción de este pasaje porque muestra muy claramente como diferentes intereses que llevan a diferentes procedimientos colectan evidencia que después puede cuajarse en una visión del mundo con base empírica. Finalmente, Merz menciona la visión genética, la visión psicofísica, la visión vitalista, la visión estadística junto con sus procedimientos y descubrimientos.
¿Qué puede ofrecer una visión científica del mundo total bajo estas circunstancias?
Puede ofrecer un listado, una lista similar a la lista dada por Merz, enumerando los logros y los límites de los diferentes enfoques así como los conflictos entre ellos y pude identificar a la ciencia con una guerra en muchos frentes, compleja y algo dispersa. Alternativamente puede poner un enfoque por arriba de todos y subordinar a los otros, ya sea por pseudovariaciones o declarándolos insignificantes. A los reduccionistas les gusta proceder así. O puede ignorar las diferencias y presentar un «pegoste» donde cada visión particular, y los resultados que ha logrado, son conectados tersamente con el resto, produciendo así un edificio impresionante y coherente: la visión científica.
Expresando todo esto de manera diferente podemos decir que la suposición de una visión del mundo única y coherente que cimienta a toda la ciencia es o una hipótesis metafísica que busca anticipar una unidad futura o una falsificación pedagógica; o es un intento de mostrar, mediante una jerarquización judiciosa de disciplinas, que se ha logrado ya una síntesis. Esta es la forma en que los aficionados de la uniformidad procedieron en el pasado (verbi gracia la lista de disciplinas de Platón en el capítulo siete de su República), estas son las formas que siguen utilizándose. Sin embargo, una narración más realista, subrayaría que
«no hay un mapa científico simple de la realidad, o si hubiera, sería demasiado complicado y difícil de manejar para ser comprendido o usado por alguien. Pero hay muchos mapas de la realidad, desde una variedad de visiones científicas (16). «
Se puede objetar que vivimos en el siglo veinte, no en el diecinueve y que las unificaciones que parecían imposibles entonces han sido alcanzadas ya. Los ejemplos son la termodinámica estadística, la biología molecular, la química cuántica y «superstrings». No hay duda que estos son temas prósperos, pero no han producido la unidad que la frase «la visión científica del mundo» insinúa. Es más, la situación no es muy diferente de la que Merz notó en el siglo diecinueve. Turesdell y otros continúan el enfoque físico. Prandtl habló mal de Euler; Truesdell lo alaba por sus procedimientos rigurosos. La morfología, aunque algunos le han dado un estatus pobre y otros la han declarado muerta, ha sido revivida por ecólogos y por el estudio de Lorenz del comportamiento animal (que agregaba formas de movimiento a formas estáticas más viejas); siempre jugó un papel importante en la investigación galáctica (la clasificación de Hubble) y astrofísica (el diagrama de Hertzsprung-Russell). Después de haber sido despreciada, hoy la cosmología está siendo cortejada por los físicos de la alta energía, pero choca con la filosofía de la complementariedad aceptada por el mismo grupo. Comentando el problema M. Kafatos y R. Nadeu escriben:
«El requisito esencial de la interpretación de Copenhague de que el aparato experimental debe ser considerado cuando se hacen las observaciones pocas veces es cubierto en observaciones con insumos cosmológicos [aunque estas observaciones se basan en la luz, el caso paradigmático de la complementariedad (17).»
Lo que es más, las observaciones de H. Arp, M. Gellers y otros han sembrado duda en la suposición de la homogeneidad que juega un papel central en cosmología. En ciertos lados tenemos un materialismo rabioso (por ejemplo la biología molecular) y en otros un subjetivismo que va de modesto a radical (algunas versiones de las mediciones cuánticas, el principio antrópico). Existen muchos resultados, especulaciones e intentos de interpretación fascinantes y realmente vale la pena conocerlos. Pero recortarlos y pegarlos juntos en una sola visión científica coherente, un procedimiento que tiene la bendición hasta del papa, (18) es llegar demasiado lejos. Después de todo ¿quién puede decir que el mundo que tan fuertemente se resiste a la unificación realmente es como los educadores y los metafísicos quieren que sea-limpio, uniforme, el mismo en todos lados? Además, un trabajo de «recorte y pegado» elimina precisamente los conflictos que han mantenido viva a la ciencia en el pasado y continúan inspirando a sus practicantes si estos conflictos se mantienen.
Suponiendo que hay una sola visión científica del mundo, ¿para quién se supone que es especial?
No quiero discutir que las consideraciones del estatus (verdad, realidad) son necesariamente relativistas. Pero las consideraciones sociales tienen un papel y en varias ocasiones han impulsado la causa de la ciencia. Considere el siguiente ejemplo (que implica una interpretación de gran alcance a partir de datos escuetos).
Al igual que los científicos modernos los filósofos naturales Iónicos (Tales, Anaximandro, Anaxámino) buscaban principios simples detrás de una variedad de acontecimientos. Hoy los principios que se buscan son teorías o leyes. En la Grecia antigua eran sustancias.
Según Tales el agua era la base de todo. Esto no es tan inverosímil como suena. Los griegos, que «vivían alrededor del Mediterráneo como ranas alrededor de una charca», podían ver como el agua se transformaba, primero, en bruma, después, en aire y posiblemente incluso hasta en fugo (rayos). El agua congelada era sólida (tierra) y, además, el agua era necesaria en todos lados para sostener la vida.
Usando un principio de simetría Anaximandro objetó que el fuego, la tierra, y el aire parecieran tan importantes como el agua, lo que quiere decir que la sustancia básica tenía que ser diferente de todos los elementos, aunque capaz de transformarse en ellos bajo circunstancias especiales. Anaximandro lo llamó aperion, lo ilimitado.
Posteriormente, Parménides subrayó que el ser era aún más fundamental (el agua es, el fuego es, el aperion es, todos son formas des ser.) ¿Qué se puede decir del ser? Que es; y que el no-ser, no es. Hay que notar que la oración «ser es» (estin en el griego de Parménides) fue el primer principo de conservación explícito de occidente: afirmaba la conservación del ser. Si aceptamos este argumento, podemos inferir que no hay cambio: el único cambio posible es a no-ser, no-ser no existe, por lo tanto no hay cambio. ¿Qué podemos decir sobre la diferencia? La única diferencia posible es entre ser y no-ser; no-ser no existe, por lo tanto ser es el mismo en todos lados. ¿Pero no percibimos nosotros cambio y diferencia? Si, lo hacemos, lo que muestra que el cambio y la diferencia son apariencias, quimeras. La realidad no cambia. Esta fue la teoría (occidental) más radical y primera del conocimiento. No es completamente ridícula: la ciencia del siglo diecinueve hasta Einstein (incluido él) también devaluaba el cambio. Herman Weyl escribe:
«El mundo relativista simplemente es, no sucede. Sólo a la vista de mi conciencia, arrastrándose a lo largo del cordón umbilical de mi vida, una sección de este mundo cobra vida como una imágen que se escapa en el espacio que cambia continuamente en el tiempo (19).»
El atomismo antiguo puede verse como un intento para acortar la distancia entre la física básica el «ser es» y el sentido común. Leukipo y Demócrito retuvieron una parte de la teoría de Parménides (los átomos son fracciones pequeñas del ser de Parménides) y rechazaron otra (el no-ser existe y es idéntico al espacio). No había refutación, después de todo, Parménides había probado que el cambio era aparente y no puedes refutar una teoría sobre cosas reales confrontándola con las apariencias. Más bien el fin era adaptar la física a ciertas tendencias sociales (tal como la tendencia a considerar el cambio como algo muy importante). Aristóteles hace explícito este fin: lo real es lo que juega un papel básico en la vida que queremos llevar. Consecuentemente, la segunda pregunta se resuelve así: ¿estamos preparados para vernos en la manera sugerida por los científicos o preferimos hacer a los contactos personales, la amistad, etc. la medida de nuestra naturaleza? Hay que hacer notar que lo que se necesita aquí es una decisión personal (social), no un argumento científico. Los instrumentalistas explican como nos podemos quedar con el pastel, es decir como podemos seguir teniendo puntos de vista familiares (por ejemplo puntos de vista religiosos) y también comerlo (es decir sacarle provecho a los resultados prácticos de las ciencias).
¿De qué tipo de estatus estamos hablando?¿Popularidad? ¿Ventajas prácticas? ¿Verdad?
¿Qué queremos decir con estatus? Popularidad, es decir, familiaridad con los resultados más importantes y el admitir que son importantes, sería una medida. Aunque es verdad que a pesar de los vaivenes periódicos hacia y en dirección contraria a las ciencias, éstas aún tienen una gran reputación con el público general. O, para ser más preciso, no lo son las ciencias, pero sí la ciencia, monstruo mítico (en singular -en alemán suena aún más impresionante «die Wissenschaft»). Porque parece ser que el llamado «público educado» supone que los logros de los que lee en las páginas educativas de los periódicos y las amenazas que parece percibir provienen de una sola fuente y son producidas por un procedimiento uniforme. He tratado de argumentar que la práctica científica es mucho más diversa. Agregando que 10 por ciento de todos los alemanes promedio siguen creyendo en una Tierra estable, que una tercera parte de los adultos en los EEUUA creen que todo en la Biblia es verdadero literalmente (20), que una página promocional de una nueva revista, Public Understanding of Science, contiene este pasaje. (Las encuestas anuales demuestran una y otra vez una brecha creciente entre las actitudes del público y los avances de la ciencia. De una encuesta Gallop comisionada este verano (1991) surge un retrato de una población que no sólo confiesa ignorancia sino también una falta de interés substancial de los grandes descubrimientos transformando la vida diaria) y que la población a la que se refiere es la clase media ocidental, no (por ejemplo) campesinos bolivianos, concluyo que la popularidad no puede ser considerada como una medida de excelencia.
¿Qué de sus ventajas prácticas? La respuesta es que la ciencia a veces funciona y a veces no, pero que es lo suficientemente móvil como para volcar un desastre en triunfo. Puede hacer esto porque no está amarrada a métodos o perspectivas particulares. El hecho de que un enfoque o un tema (por ejemplo economía) es científico de acuerdo a unos criterios abstractos no es consecuentemente garantía de que será exitoso. Cada caso debe ser juzgado por separado, especialmente hoy en día, cuando la inflación de las ciencias ha agregado unas actividades bastante dudosas a lo que solía ser una empresa sobria (21). Finalmente, la cuestión sobre la verdad queda sin resolver. El amor a la verdad es uno de los motivos más fuertes para reemplazar lo que realmente pasa por una descripción carenada o, para decirlo de forma menos amable –el amor a la verdad es uno de los motivos más fuertes para engañarse a uno mismo y a otros. Además, la teoría cuántica parece demostrar, en precisamente la manera amada por los admiradores de la ciencia, que la realidad es una, lo que quiere decir que no hay observadores y no hay cosas observadas, o que es muchas, incluyendo a los teorizadores, los experimentadores y las cosas que encuentran, en cuyo caso lo que encontramos no existe por si mismo pero depende del procedimiento escogido.
¿Qué otras visiones del mundo se están considerando?
En mi presentación pública cité un pasaje de E. O. Wilson (22) que dice:
«[…] la religión […] persistirá por mucho tiempo como una fuerza vital en la sociedad. Como el gigante mítico Anteo que sacaba energía de su madre, la tierra, la religión no puede ser vencida por aquellos que la abaten. La debilidad espiritual del naturalismo científico se debe al hecho de que no tiene una fuente primigenia de poder […] Así que ha llegado el momento de preguntar: ¿existe una forma de desviar el poder de la religión hacia los servicios de la gran nueva empresa?»
Para Wilson la característica principal de las alternativas es que tienen poder. Yo considero esto una caracterización algo estrecha. Las visiones del mundo también responden a preguntas sobre orígenes y propósitos que tarde o temprano emergen en casi todo ser humano. Las respuestas a estas preguntas estaban a disposición de Kepler y de Newton y las usaron en su investigación; ya no están disponibles, cuando menos no dentro de las ciencias. Son parte de las visiones del mundo no científicas que por lo tanto tienen mucho que ofrecer, incluyendo a los científicos. Cuando la civilización occidental invadió el Oriente Medio y Lejano y lo que hoy se llama Tercer Mundo, impuso sus ideas de un ambiente apropiado y una vida satisfactoria. Al hacer esto, rompió los delicados patrones de adaptación y creó problemas que no habían existido antes. La decencia humana y una apreciación de las muchas maneras en que los humanos pueden vivir con la naturaleza han promovido que los agentes de desarrollo y salud pública piensen de forma más compleja o, como dirían algunos, más «relativistas» -lo cual está en acuerdo completo con el pluralismo de la ciencia misma.
Resumiendo: no hay una visión científica del mundo de igual forma que no hay una empresa científica uniforme, a excepción de las mentes de los metafísicos, los docentes y los científicos cegados por los logros de su nicho particular. Aún así, hay muchas cosas que podemos aprender de las ciencias. Pero también podemos aprenderlas de las humanidades, de la religión y de los remanentes de las tradiciones ancestrales que sobrevivieron el ataque de la civilización occidental. No existe un área unificada y perfecta, unas cuantas son repulsivas y sin ningún mérito. No existe un principio objetivo que nos aleje de la «religión» de supermercado o del «arte» de supermercado hacia la más moderna y mucho más cara ciencia de supermercado. Además, la búsqueda de esta guía entraría en conflicto con la idea de la responsabilidad individual que se supone es un ingrediente importante de una era racional o científica. Muestra miedo, indecisión, un anhelo por autoridad y un desprecio de las nuevas oportunidades que existen actualmente: podemos construir visiones del mundo sobre la base de una elección individual y de esta forma unir, para nosotros y nuestros amigos, lo que fue separado por el chauvinismo de grupos especiales.
Por otro lado, podemos estar de acuerdo que en un mundo lleno de productos científicos a los científicos se les puede otorgar un estatus especial como los incondicionales y los generales tenían un estatus especial en tiempos de desorden social o como un ministro de culto cuando ser un ciudadano coincidía con ser un miembro de una iglesia. También podemos estar de acuerdo que apelar a una quimera puede tener consecuencias políticas importantes. En 1854 el Comandante Perry, usando la fuerza, abrió los puertos de Hakodate y Shimoda a los barcos estadounidenses para comercio y avituallamiento. Este hecho demostró la inferioridad militar de Japón. Los miembros de la ilustración japonesa de principios de los años 1870, entre ellos Fukuzawa, empezaron a razonar de la siguiente manera: Japón puede mantener su independencia sólo si se hace más fuerte. Sólo puede hacerse más fuerte con la ayuda de la ciencia. Usará la ciencia efectivamente sólo si practica la ciencia y también cree en la ideología subyacente. Para muchos japoneses tradicionales esta ideología- «la» visión científica del mundo- era barbárica. Pero, argumentaban los seguidores de Fukuzawa, era necesario adoptar las costumbres bárbaras, considerarlas avanzadas, introducir la totalidad de la civilización occidental para sobrevivir (23). Habiendo sido preparados de esa forma, los científicos japoneses rápidamente se diversificaron al igual que sus colegas occidentales lo habían hecho antes y falsificaron la ideología uniforme que había empezado el desarrollo. La lección que saco de esta secuencia de eventos es que una visión científica del mundo puede ser útil para aquellas personas que hacen ciencia-les da motivación sin amarrarlas. Es como una bandera. Aunque presenta un solo patrón hace que la gente haga muchas cosas diferentes. Sin embargo, es un desastre para los extraños (filósofos, místicos improvisados, profetas del New Age, el «público educado»), quienes, al no verse afectados por las complejidades de la investigación, tienen la posibilidad de caer en el cuento más insulso y simplista.
Referencias
+ Paul Feyerabend, 1994 Conquest of Abundance. A Tale of Abstraction versus the Richness of Being} Publicado en Jan Hilgevoord, ed., Physics and Our View of the World} (Cambridge: Cambridge University Press, 1994), 135—148
(1) Dennis Dieks, «The Scientific View of the World: Introduction», en Physics and Our view of the World, ed. Jan Hilgevoord (Cambridge: University Press, 1994), 61–78.
(2) S.E. Luria A Slot Machine, a Broken Test Tube (New York: Harper and Row, 1984), 115.
(3) S.E. Luria y M Dellbrück, «Mutations of Bacteria from Virus Sensitivity to Virus Resistance», Genetics 28 (1943): 499-511.
(4) Luria, A Slot Machine, 119.
(5) Ibid.
(6) Aristóteles, De caelo, 293a25 ff.
(7)F. Hoyle, «Steady State Cosmology», en Cosmology and Astrophysics, ed. Y. Terzian y S. M. Bilson (Ithaca: Cornell University Press, 1982), 21.
(8)The Born-Einstein Letters (New York: Walter, 1971), 192.
(9) Chambers, Rural Development (London: Longman, 1986), 29
(10) L. Prandtl y O. G. Tietjens, Fundamentals of Hydro- and Aerodynamics (New York: Dover, 1957), 3
(11) R. F. Streater y A. S. Wightman, PCT, Spin, Statistics and all that (New York: W.A. Benjamin, 1964), 1
(12) Sobre mecánica cuántica ver Hans Primas, Chemistry, Quantum Mechanics, and Reductionism (Berlin: Springer, 1981), secs. 4.1 y 4.2. Los cálculos de Maxwell fueron reproducidos en The Scientific Papers of James Clerk Maxwell, ed. W. D. Niven (1890, reimpreso, New York: Dover, 1965). 377 ff. La conclusión se postula en la p. 391: «Un resultado sorprendente que se nos presenta aquí […] es que si esta explicación de la fricción de los gases es verdadera, el coeficiente de fricción es independiente de la densidad. Esta consecuencia de la teoría matemática es muy sorprendente y el único experimento sobre este tema con el que me he encontrado no parece confirmarla». Para ejemplos de hidrodinámica ver G. Birkhoff, Hydrodynamics (New York: Dover, 1955), secs. 20 y 21.
** Antonio Lazcano Araujo traduce el Big Bang como el Gran Pum. Nota del traductor
(13) C. Burbidge, «Problems of Cosmogony and Cosmology», en F. Bertola, J. W. Sulentic, D.F. Madore, eds. New Ideas in Astronomy (Cambridge: Cambridge University Press, 1988), 229
(14) Johan Theodore Merz, A History of European Thought in the Nineteenth Century (1903, reimpreso, New York: Dover, 1965).
(15) Ibid., 2:200 f.
(16) John Ziman, Teaching and Learning about Science and Society (Cambridge: Cambridge University Press, 1980),19.
(17) M. Kafatos y R. Nadeu, «Complementarity and Cosmology», en M. Kafatos, ed., Bell’s Theorem, Quantum Theory, and Conceptions of the Universe} (Dordreacht: Kluwer Academic Publishers, 1989), 263; también vea el experimento mental de Wheeler que considera a un quasar detrás de una galaxia.
(18) Ver el mensaje del papa Juan Pablo II en la ocasión del tricentenario de los Principia de Newton, publicado en John Paul II on Science and Religion, ed. R. J. Russel, W. R. Stoeger S.J. y G.V. Coyne (Ciudad del Vaticano: Vatican Observatory Publications, 1990), esp. M6 ff
(19) Hermann Weyl, Philosophy of Mathematics and Natural Science (Princeton: Princeton University Press, 1949), 116.
(20) International Herald Tribune, diciembre 21–25, 1991, p. 4.
(21) Los consultores gubernamentales se dieron cuenta de esto después de que se había agotado la euforia de la posguerra. «La idea de una política de una ciencia global fue abandonada gradualmente. Se entendió que la ciencia no era una sino muchas empresas y que no podía haber una sola política que apoyara a todas». (Joseph Ben-David, Scientific Growth [Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1991], 525.)
(22) E. O. Wilson, On]Human Nature (Cambridge: Harvard University Press, 1978), 192
(23) Detalles en Carmen Blacker, The Japanese Enlightment (Cambridge: Cambridge University Press, 1969). Para el transfondo político ver Richard Storry, A History of Modern Japan (Harmondsworth: Penguin, 1982), caps. 3 y 4.}